¿Y si mejor nos salteamos el 2020?

Hoy surge este primer post, surge de una necesidad de acercarnos, de escucharnos y de compartir
sensaciones y experiencias. Ciertamente a nivel mundial no estamos pasando por un buen momento, y ojo,
no se trata de ser pesimista, es una realidad que nos azota a todos. Estamos frente a un enemigo abstracto
pero sumamente poderoso, que de un día para otro literalmente, nos cambió la vida.

El otro día una viajera amiga nos dijo “[…] yo eliminaría el 2020 de marzo en adelante”, ciertamente eso nos
quedó dando vueltas. ¿Por qué desde marzo?. Paramos y comenzamos a recapitular lo que habían sido los
meses de enero y febrero de este 2020 y en ese momento recordamos algunas experiencias que, el día de
hoy, son dignas de tener presentes en nuestras memorias.

Empezaba el año y como es de costumbre, cada miembro de nuestro equipo recibía el año con su familia,
en su respectivo país. Los deseos en general eran “éxito y prosperidad para este 2020”, u otros un poco más
categóricos decían “este 2020 la rompo, me como el mundo” y así arrancamos.

Era enero y volábamos con destino a Bogotá. Nos esperaba el estado cafetero para avasallarnos con su
cultura, sus tradiciones, su gastronomía y su gente. Nos reencontramos con amigos del pasado y
recorrimos parte del país con un grupo personas muy diverso del cual aprendimos mucho, nos divertimos e
indudablemente nos pusimos a prueba en nuestro rol de coordinadores. Fue una experiencia valiosa y muy
gratificante que hoy atesoramos fuertemente.

Luego de quince días de aventura por esa Colombia Increible, algunos viajeros retornaban a sus países,
otros siguieron recorriendo un poco más la gran Colombia y nosotros nos preparábamos para seguir a otro
destino. Los boletos eran hacia centroamérica, la verde Costa Rica nos esperaba.

Tan pacífica y tan salvaje al mismo tiempo, Costa Rica es uno de nuestros destinos favoritos. Entre selva y
océano, pasamos del Mar Caribe al Pacífico, recorrimos playas paradisíacas y otras con mucho movimiento
de personas y llenas de actividades que hacían que el día fuera corto. Nos encontramos con muchas
especies de animales, y recorrimos diversos bosques cargados de una vegetación selvática exuberante que
nos generaba asombro y respeto al mismo tiempo. La ternura de ver un perezoso bebé colgando del cuello
de su mamá, o la exaltación que nos provocan los monos cuando bajaban de los árboles a sacarnos la
comida, son momentos y emociones que hoy tenemos más presentes que nunca y sin dudas nos generan
unas ganas inmensas de volver a esta Costa Rica Salvaje.

Finalizando febrero, nos volvimos a subir a un avión, y esta vez, viajamos directo desde centroamérica a uno
de los puntos más australes del planeta. Sin dudas fue un viaje largo que por momentos nos hizo sentir que
la magia de volar se desvanecía entre el cansancio, escalas y sellos en el pasaporte.

Llegamos al fin del mundo para encontrarnos con un grupo de viajeros ansiosos y expectantes de conocer
los rinconcitos que esta Ushuaia Trek tenía para mostrarles.

Dia a dia saliamos de la ciudad atentos a lo que nos íbamos a encontrar. Ciertamente nuestro cometido
conllevaba cierto esfuerzo, ya que apenas nos alejamos unos kilómetros del centro e ingresamos al bosque
fueguino, comenzábamos a sentir el ascenso en cada paso. Sin embargo, hipnotizados con las fragancias,
sonidos y colores del lugar, por momentos nos olvidábamos de la subida constante que teníamos por
delante, y solo seguíamos nuestro camino.

Sin dudas llegar a cada cima mereció la pena, cada vista de la que fuimos testigo nos hacía sentir más vivos
en medio de ese viento patagónico que golpeaba muestras caras en la alta montaña. Estábamos en Los
Andes y su majestuosidad se hacía sentir en nuestras piernas al final del día.

Avanzado marzo, teníamos que volver a Uruguay para ultimar detalles de lo que sería nuestra próxima
aventura en Perú. No obstante, al llegar a Montevideo nos encontrábamos con un panorama incierto. Eso
que hasta hace unos días era una posibilidad remota, en ese momento se hacía realidad y nos tocaba
desarmar la mochila y colgar las botas para quedarnos en casa. De un momento a otro tuvimos que
detener la máquina y apretar el freno a fondo.

Ya es abril y seguimos en casa, con la ansiedad a mil, pero cuidándonos y al mismo tiempo desempolvando
algunas de nuestras facetas que estaban un tanto olvidadas. Volvimos a estudiar eso que teníamos
pendiente por falta de tiempo y estamos creando como nunca para seguir en movimiento y no atrofiar la
máquina. De todas formas no todo es trabajo, también nos estamos tomando tiempo para disfrutar esas
series que tanto nos gustan y para desenvolvernos en la cocina. Estamos extrañando a nuestras familias y
amigos, sobre todo añorando un abrazo de esos que te hacen liberar endorfinas y generan felicidad al
instante.

Hoy más que nunca está presente el anhelo de volver a sentir esa sensación la panza cuando despega el
avión, estamos esperando que llegue el momento de ajustar el cinturón para emprender una nueva
aventura y continuar llenando de sellos el pasaporte, que más allá de ser un documento, el día de hoy se ha
transformado en un verdadero abridor de caminos.

Finalmente, ¿nos salteamos el 2020?. No sabemos qué opinan ustedes, pero nosotros creemos que este
COVID-19 nos vino a dar un tirón de orejas tremendo. En este sentido, decidimos tomar este confinamiento
como una oportunidad para vibrar alto; una oportunidad para conocernos mejor; una oportunidad para
comunicarnos afectivamente con nuestros seres queridos; una oportunidad para convivir con nuestras
sombras; una oportunidad para darnos cuenta del paso del tiempo y así reconocer la importancia de vivir el
día a día, pues el pasado ya fue y el futuro vendrá como tenga que ser. De ahora en más, solo
dediquémonos a VIVIR.

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